Cuando terminé la carrera de Ciencia y Tecnología de los Alimentos me fui a hacer prácticas a Alemania. Estuve unos meses en el departamento de I+D de una de las empresas más grandes de productos lácteos. Era algo que siempre había querido.
Alquilé un pisito-buhardilla, lo que los alemanes llaman Dachwohnung, una preciosidad. Era la primera vez que vivía sola, fuera de casa de mis padres. Estaba de maravilla allí.
Un día, al cabo de unos meses, descubrí que tenía en la espinilla un círculo rosado que cuando lo apretaba me dolía. Parecía una picadura de insecto pero no me picaba. Pensé que me había dado un golpe e intenté olvidarme de ello. A los pocos días encontré otras manchas similares en la misma pierna y en la otra. Fui al médico y estuvo mirando que no fueran picaduras de garrapata. En Alemania hay garrapatas por el campo que transmiten la encefalitis centroeuropea, enfermedad bastante chunga. Buscaba algún aguijón clavado. Se ve que un aguijón de garrapata es como un anzuelo y sólo se puede quitar con unas pinzas y haciendo un movimiento especial. Si simplemente tiras, se te queda dentro. Por suerte no encontró nada. Pero me fui sin saber qué me sucedía.
Pasaron los días y cada vez iban apareciendo más manchas rosadas en las piernas que me dolían al presionarlas. Pero lo peor fue que incluso donde no se veía nada me empezó a doler. Sobre todo las plantas los pies, los tobillos, las rodillas y, al cabo de unos días, las manos, las muñecas y los codos. Los médicos alemanes no tenían ni idea de lo que me pasaba. Estaba bastante asustada.
Lo curioso era que cuando me levantaba por las mañanas no podía casi ni andar, pero al cabo de un rato de caminar se hacía bastante soportable. Se lo conté a mi madre por teléfono y ella fue a ver a varios médicos en Barcelona para averiguar qué me pasaba. Al final mi dermatóloga le dijo que seguramente lo que tenía era un “eritema nodoso”. Lo busqué en internet; las fotos y la descripción de los síntomas eran los mismos. Pues ya sabía lo que tenía.
No es una enfermedad grave pero sí muy dolorosa y puede tardar meses en curarse. No hay tratamiento, a parte de tomar analgésicos para el dolor. Se ve que es una enfermedad de las capas internas de la piel que hace que las articulaciones y los músculos duelan.
Estuve valorando volver a casa. Como he dicho antes, lo más doloroso era al levantarme por las mañanas. Luego, cuando los músculos se calentaban era más soportable. En Alemania estaba feliz de la vida con mi pisito y mis prácticas en la empresa láctea. La alternativa era volver a Barcelona y quedarme en casa buscando trabajo, es decir, quieta y, por tanto, con más dolor. Así que decidí quedarme.
¿Y por qué te cuento hoy esto? Pues porque quiero compartir contigo las dos cosas que aprendí de esta experiencia que quizás te sirvan:
1 No puedes controlar las circunstancias, lo que la vida te da. Pero sí que puedes decidir qué haces con las cartas que te han tocado.
Después de lo que me había costado conseguir esas prácticas justo en la empresa que quería y de lo bien que estaba viviendo por primera vez de forma independiente y en un país tan bonito, no estaba dispuesta a abandonarlo todo por una enfermedad que, aunque me dolía horrores, sabía que no era grave.
Quizás te encuentres obstáculos en tu proyecto profesional o en tu vida personal, tal vez las cosas se tuerzan y no salgan como habías planeado, pero eso no implica que tengas que dejarlo. La decisión es tuya, no de tus circunstancias.
2 Cuando empiezas un proyecto profesional, igual que me sucedía todas las mañanas, los inicios son los peores, pero si superas esas dificultades iniciales luego todo se hace más llevadero.
Esto lo veo ahora que tengo mi propio negocio. Si al encontrarte dificultades decides no continuar, nunca llegarás a disfrutar del camino y te quedarás solamente con la idea de lo difícil que es y de que no puedes.
Cuando encuentres dificultades, aguanta un poco más, no abandones aún. Los resultados están a punto de aparecer. Quizás te falta poco para llegar a la cima y luego el camino será llano o de bajada. No seas tú quien se niegue la oportunidad de tener éxito.
8 comentarios en «Lo que aprendí de una enfermedad rara (una historia real)»
Hola Sandra!!!! muy valiente tu decisión. Estar fuera de tu casa, tu idioma, gustos, costumbres y enferma. Tomaste una resolución madura y muy importante siento todavía muy joven, eso habla de tu fortaleza y ánimos para ir adelante venciendo dificultades. Me encantan escuchar estas historias, aprendo mucho de ellas.
Te felicito por tu viaje, me imagino que estarás super emocionada. Ya nos contarás la experiencia. Un fuerte abrazo y todo lo mejor para ti.
Muchas gracias por tus palabras Silvia!
La verdad es que me cuesta hablar sobre mí, pero si inspira a otras personas habrá valido la pena.
Un abrazo!
SOLO DECIRTE FELICITACIONES POR TU ACTITUD DE UNA GUERRERA ERES GENIAL.
Gracias por tus palabras, Silvia!
Totalmente de acuerdo contigo Sandra. El camino nunca es fácil, menos al principio, y los resultados nunca están garantizados. Lo importante es ser perseverante, no desfallecer, y sobre todo creer en ello. La constancia al final siempre tiene recompensa, aunque no siempre la que uno espera, pero lo que aprendes en el camino ya es una recompensa en si misma, más aún cuan más difíciles sean las circunstancias. Y eso sólo se puede aprender haciendo camino.
Te deseo mucha suerte en todo.
Te agradezco que compartas tus experiencias. Es importante tener referencias.
Un abrazo
Gracias por tu comentario, Juan Fernando!
Estoy de acuerdo, toda dificultad tiene un aprendizaje escondido. Muchas veces no somos capaces de verlo hasta más tarde, pero saber que ese reto nos quiere enseñar algo, puede hacer que lo vivamos de otra forma.
Suerte para ti también. Un abrazo
Sandra, muchas gracias por compartir esta información.Muy bien redactada. Lo más difícil es iniciar algo pero hay que ser apasionado y vencer los obstáculos.Excelente
Gracias por tu comentario Frank. Me alegro de que te haya gustado.
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