Si eres un profesional independiente es habitual que dejes elegir al cliente qué servicios exactamente quiere contratar y el tiempo que quiere trabajar contigo.
El problema con dejarlo tan abierto es que muchas veces la persona no se decide porque no sabe exactamente qué servicios necesita ni por cuanto tiempo y, por tanto, tampoco sabe cuánto le va a costar al final contratarte. Por eso no acaba de decidirse y le pierdes.
-La que queráis.
-¿Tenéis macarrones, espaguetis, tallarines?- le pregunté.
-Sí, eso también.
-Bueno, macarrones -le digo yo-. ¿Y qué salsas tenéis?
-De todo, la que queráis- vuelta a empezar…
-Por ejemplo, ¿cuáles?
-Todas.
-¿Tenéis boloñesa, carbonara o pesto?
-Sí, y muchas otras- ¡Ufff! ¡Qué desesperación!